En un movimiento que seguramente levantará algunas cejas y traerá sonrisas a otros, el parlamento alemán decidió ponerse los guantes de jardinería legislativos y votó a favor de legalizar la posesión y el cultivo controlado de cannabis. A partir de abril, prepárense para arreglar sus macetas y su tierra, porque será legal obtener hasta 25 gramos de esta hierba por día para uso personal a través de asociaciones reguladas de cultivo de cannabis. Y eso no es todo: podrán convertir su balcón en una mini jungla urbana con hasta tres plantas de cannabis en casa.
Pero antes de que comiencen a preparar sus mejores listas de reproducción de reggae, noten que hay una trampa: si son menores de 18 años, tendrán que esperar su turno, ya que la ley busca mantener alejados a los jóvenes de estos aromas embriagadores.
Esta decisión llega después de que el Ministro de Salud, Karl Lauterbach, hiciera un apasionado llamado a los miembros del parlamento, describiendo la situación actual como insostenible. Según él, el aumento en el uso de cannabis entre los jóvenes, con productos a menudo provenientes del mercado negro y de calidad dudosa, requería una reforma. "Cambiemos la narrativa", parecía decir, en un movimiento que no desentonaría en algunas de las mejores películas activistas.
Sin embargo, como en todo buen drama de Netflix, el conflicto nunca estuvo lejos. Simone Borchardt de la oposición CDU criticó la nueva ley, alegando que solo aumentaría los riesgos para la salud de los jóvenes, desestimando las aseguranzas de Lauterbach como meras "palabras al viento". Acusó al gobierno de Scholz de priorizar la ideología sobre los intereses del país. Uf, eso es debate parlamentario que calienta los ánimos.
El camino hacia esta legislación fue cualquier cosa menos suave. Entre disputas internas dentro de la coalición gobernante y reprimendas de la Unión Europea, esta ley tuvo que navegar por aguas turbulentas para ver la luz del día. Y a pesar de su aprobación, no es universalmente querida: una encuesta de YouGov revela un público dividido, con el 47% a favor y el 42% en contra.
Entonces, ¿qué podemos llevarnos de esta revolución verde? Que Alemania está lista para experimentar con un nuevo enfoque en la gestión del cannabis, equilibrando libertad y responsabilidad. Y para los entusiastas, quizás sea el momento de dedicarse a la jardinería. Independientemente, esta decisión marca un punto de inflexión significativo en la política de drogas alemana, con la esperanza de un futuro donde la calidad y la seguridad sean primordiales. Y quién sabe, quizás otros países seguirán este camino pavimentado con buenas intenciones... y hojas de cannabis.
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